sábado, 5 de marzo de 2016

Quiero ser como Pepe

Ya hace casi un año que comencé una de las mejores etapas de mi vida, o eso se suponía, mucho esfuerzo para llegar hasta aquí, muchos años de estudio intenso, muchos cafés, muchos folios.. para conseguir a una plaza en un hospital como médico residente. Ese título que aparece junto a mi nombre en todos o casi todos los informes, pruebas y notas que escribo. Pero ..¿qué significa eso de médico residente? eso que sale de mi boca cada vez que atiendo a un paciente.. qué es lo que digo con ello.. significa que soy un médico en formación. Suena bonito verdad, me estoy formando, me están formando...¡me estoy especializando!. Pero la verdad es que en muchas ocasiones no soy más que alguien quitando papeles, evitando que caigan las puertas de urgencias .. los médicos residentes somos muchas veces los que sacamos el trabajo adelante a 8€ la hora, mucho más barato de lo que cobran los médicos especializados, realizando en muchas ocasiones el trabajo del mismo. 

Y todo ello hace que nos sintamos frustrados, no por el dinero, no por las horas de trabajo.. lo que más nos agota y satura es el peso de la responsabilidad.. pero no sólo esa que algunos llaman "responsabilidad civil" esa que te exige un seguro para defenderte de lo que pueda pasar en el ejercicio de tu actividad profesional... no,  esa no es la que libera las lágrimas de tus ojos.. Les hablo de la sensación de responsabilidad con los pacientes, el miedo de no saber si lo estás haciendo bien, el estar solo frente a pacientes y sentirte pequeño, las dudas de no saber si estás preparado.. la ausencia de ayuda en ocasiones. Porque aunque se supone que estamos en formación y debemos estar supervisados, no siempre ocurre.. la saturación de los hospitales, el cansancio de los adjuntos, el desanimo y la falta de amor por la profesión lleva a que no se nos supervise, ni se nos forme. Pero hoy no sólo quiero quejarme, hoy quiero hablar de aquello que me dijeron una vez: "Durante la residencia verás muchos tipos de médicos, y tendrás que decidir que clase de médico quieres ser".

Y es que aunque tengamos ese sentimiento de vacío laboral y de formación no siempre es así, a veces aparece un caballero con caballo blanco y te salva del hastío y la desgana de estar solo frente al sistema. De repente encuentras un Dr. pepe que está dispuesto a explicarte el porqué de las cosas que hacemos, el cómo hacer las cosas bien y no simplemente hacerlas. Te hablan con pasión, los ves preocupados por los pacientes como si fueran familiares o amigos. Y justo en ese instante recuerdas porqué estás aquí y a quién quieres parecerte. Quieres ser como él sentarte a los pies de la cama de ese abuelillo y explicarle que le pasa y que haremos lo posible por ayudarlo, quieres saber tanto como él y te pegas como una lapa para que al menos por simbiosis se te pegue algo.. pero lo mejor de estos doctores Pepes es que no sólo se preocupan por los pacientes, se preocupan por ti, se preocupan en que aprendas.. y eso compensa todo... compensa las lágrimas que derramaste en aquella guardia que te sentiste tan sola.. compensa la sensación de vacío cuando llegas a casa.. compensa el miedo.. porque descubres que no estás sola, que no es el final de la medicina que amas. Porque hay ejemplos a los que seguir.

Hoy me vi obligada a hablar de esos pepes.. de esos que han hecho este año de cambios uno de los mejores años de mi vida a pesar de que en ocasiones las cosas oscuras nublen mi visión de esta nueva vida.